dejó por un momento los homenajes y sus habituales entrenamientos para sentarse en el sillón rojo de y confesar a Beto Ortiz algunos de sus secretos. Uno de los revelados fue que gracias a su rapidez de medalla de oro y récord panamericano, alcanzó a un ladrón que le arrebató el celular. “Para alcanzarlo iba calladita. Como 400 metros tuve que correr, hice mi mejor marca”, dijo la juninense, quien llegó hasta las lágrimas al recordar a su padre luego de escuchar una de las preguntas de Ortiz.

-¿Hubieras querido que tu padre viera tus medallas?

Uy sí, hubiera estado superfeliz, pero yo sé que va a estar siempre sentado en la primera fila de las tribunas para verme llegar.

La deportista perdió a su padre, don Alejandro Tejeda, cuando terminó sus estudios de profesora de educación primaria. Es una herida que aún no cierra.

-¿Sentiste que no ibas a llegar a la meta en los Panamericanos?

En ese momento lo que manda es la mente, porque ya las piernas no las sientes. Lo haces o no lo haces, porque tu gente te hace barra, te grita, solo por eso avanzas.

A Tejeda de niña le gustaba jugar fútbol con sus seis hermanos, pero fue en el colegio donde destacó en las carreras y decidió ser atleta. Según cuenta la deportista, sus padres la alimentaron con carne de oveja, papa y maca. Además, admite que tiene buena sazón y que su especialidad es el lomo saltado.

La pregunta que quedó en suspenso y cuya respuesta se conocerá esta noche en “El valor de la verdad” es si es que en algún momento se sintió discriminada. El rostro de Gladys lo es todo. Sin palabras.